La batalla precedente a la Batalla de Tapso concluyó con una retirada de César frente a Labieno, para muchos es una victoria de Labieno tremendamente cargada de significado ya que muchos la consideran la gran derrota de César, ya que la Batalla de Dirraquio el ejército de César se puso en fuga de una manera tan rápida y ordenada que Pompeyo no pudo infligir muchas bajas al general. No obstante, aunque sufrió más bajas que en Dirraquio y en Gergovia, esta última si que fue su gran derrota, en cambio, en Ruspina, César logró quedar en posesión del campo de batalla, pese a no llevar la iniciativa. Por supuesto, las bajas y dificultades de los populares se debieron más a la ventaja numérica y táctica que a la superior habilidad militar de Labieno con respecto a César, el cual, aunque acostumbrado a hacer maravillas con ejércitos tremendamente inferiores en número a los de sus rivales, no pudo vencer (aunque si llevar a un empate técnico) a las tropas de Labieno, que estaban además auxiliadas por la móvil caballería númida del aliado de Pompeyo, Juba I de Numidia. Labieno rodeó a las fuerzas de César, y sus hombres comenzaron a arrojarles proyectiles, pero César consiguió mantener la formación y logró recorrer los cinco kilómetros que le separaban de su campamento en Ruspina.