A pesar de esta "victoria pírrica" de Labieno y las "grandes" bajas infringidas a César, éste derrotó poco después a los optimates en la Batalla de Tapso, tras la que murieron Marco Porcio Catón el Joven (que se suicidó en Útica eternizando su oposición a César) y Quinto Cecilio Metelo Escipión (que murió en su huida hacia Hispania). El resto de los republicanos encabezados por Labieno y los hijos de Pompeyo Magno (Cneo Pompeyo el Joven y Sexto Pompeyo) huirían a Hispania donde serán finalmente derrotados en la Batalla de Munda. Evidentemente, si las fuerzas habrían sido parejas y ,sobre todo, Labieno hubiese logrado superioridad estratégica, se hablaría de victoria, pero para los soldados Césarianos fue un éxito el retirarse en orden (si no habrían sido aniquilados totalmente): en realidad en esas circunstancias (Según Lucio Campfora) una tormenta privó a César de mantener sus tropas unidas. Tras la batalla, César se reunió con dos legiones y, sobre todo, por encima de todo, con 1.200 arqueros y un número desconocido, pero seguramente elevado, de honderos y auxiliares, quienes habían sido dispersados, debilitando a César.